FEDERICO GARCÍA LORCA
Dicen que Lorca era capaz de iluminar cualquier reunión, de esas que se celebraban entonces, en algunas casas de la burguesía ilustrada, y en las que uno imagina un gran salón con piano, un patio empedrado con chinas más bien pequeñas y un servicio de uniforme con la sonrisa muy bien educada. En algún momento alguien le pedía que recitara algo y entonces quizá cogía una guitarra y entonaba una seguiriya al estilo de Manuel Torres con la voz un poco rota, según cuenta Santiago Ontañón en Unos pocos amigos verdaderos. También podía ponerse a tocar el piano o a cantar canciones populares; a recitar fragmentos de una de sus obras de teatro o a imitar a una vieja comadre granadina. Al parecer Federico era un juglar capaz de invocar el duende de la alegría, pero como bien sabía el duende siempre es “oscuro y estremecido, descendiente de aquel alegrísimo demonio de Sócrates, mármol y sal que lo arañó indignado el día en que tomo la cicuta…”
Emoticón heart
Amor, amor
que estoy herido.
Herido de amor huido,
herido,
muerto de amor.
Decid a todos que ha sido
el ruiseñor.
Bisturí de cuatro filos,
garganta rota y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy mal herido,
herido de amor huido,
¡herido!
¡Muerto de amor!
Federico
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