martes, 28 de febrero de 2017

PAROLE NERE..."ESPERANDO A MISTER BOJANGLES"


Esperando a mister Bojangles



Autor: Olivier Bourdeaut



Celebrada con un entusiasmo desbordante por la crítica y los libreros franceses, que la catapultaron al primer puesto en las listas de libros más vendidos en 2016, esta hermosa novela hipnotiza al lector no sólo con sus imágenes de tintes surrealistas, sino también por el sentido del humor y una sutil melancolía que emana de sus páginas acorde con la canción que ha inspirado el título. Un texto que arranca con un tono de engañosa frivolidad y que, conforme avanza el relato, casi imperceptiblemente, va calando en las zonas más sensibles del espíritu hasta culminar con una emoción intensa y profunda.

Ante la mirada absorta de su hijo, una pareja embriagada de amor baila al son de Mr. Bojangles, de Nina Simone. La escena, mágica, vertiginosa, sólo es un recuerdo más de los muchos que brotan de la memoria del protagonista de la historia, que rememora una infancia marcada por la excentricidad de unos padres adscritos a un estilo de vida ajeno a toda convención social.

El padre, la vitalidad hecha persona, no concibe una vida sosegada y monótona —hasta el punto de «rebautizar» a su mujer con un nombre diferente cada día—, y la madre, capaz de interpretar todo tipo de papeles con la convicción del ilusionista más avezado, hace de la rutina familiar una fiesta perpetua, un espacio donde sólo caben el gozo, la fantasía y la amistad. Sin embargo, poco a poco, empieza a entreverse que este universo lleno de poesía, de quimeras, de momentos maravillosos, se asienta sobre un precario sentido de la realidad, y que, cuando las canciones y los sueños toquen a su fin, el despertar puede ser muy doloroso.

Sobre el autor:

Olivier Bourdeaut


Olivier Bourdeaut (Nantes, 1980) ha sido desde muy pequeño un lector voraz. En sus años más jóvenes llevó una vida itinerante en la que desempeñó una notable variedad de oficios, desde recoger escamas de sal hasta trabajar de fontanero en un hospital. En 2016 irrumpe como un tifón en el panorama editorial con la publicación de su primera novela, Esperando a mister Bojangles. El libro causa un impacto inaudito, seduciendo a todo tipo de público y a la inmensa mayoría de la crítica. Así, además de escalar hasta el primer puesto de las listas, se ve reconocido con una retahíla de premios: el Grand Prix RTL-Lire, el Prix du Roman des étudiants France Culture-Télérama, el Roman France Télévisions, el Emmanuel-Roblès y el Prix de l’Académie littéraire de Bretagne. Asimismo, es seleccionado para el premio Goncourt a la primera obra.




martes, 21 de febrero de 2017

PAROLE NERE..."RMT & MAY ACEBES"


Radio Municipal de Tui 



            

  & 




      May Acebes 

PAROLE NERE..."THE SHAWL"


The Shawl (El Chal)

Autor: Cynthia Ozick





Esta, que es probablemente la obra más famosa de Ozick, está compuesta por dos partes asimétricas. Un relato inicial, muy breve, de escasas siete u ocho páginas, titulado como el volumen "El chal". Luego una "novella" de unas cincuenta páginas titulada "Rosa" que en realidad es una prolongación del relato.

La reputación que ha alcanzado en Estados Unidos este relato es más que grande. Para quien vive en España es sorprendentemente grande, por lo poco conocidos en general que son el relato y la autora. En los Estados Unidos la obra fue seleccionada por el National Endowment for the Arts como uno de los 47 textos que difundir, como lectura sugerida, en bibliotecas, institutos de bachillerato y centros cívicos de todo el país.

De hecho desde unos meses antes de tener en mis manos el libro, tenía pendiente de oír un audiolibro que había conseguido llamado: "The best American Short Stories of the Century" ("Los mejores relatos americanos del siglo"), una selección (muy discutida como todas) de los relatos americanos del siglo XX preferidos por John Updike. Y allí está, entre otros, "The Shawl", leído por la propia autora. Diecisiete minutos dura la lectura del mismo y eso que la hace muy pausada.

Así que tenía un rato breve y pensé: "voy a leer ahora el relato en un momento y esta noche leeré la parte más larga". Al acabarlo un ratito después me quedé un poco parado, la verdad. No me decía nada. Nada de nada. ¿Como podía ser?. Me parecía bien escrito, pero desde luego, lejos de los mejores relatos americanos del siglo. Y una vez más, Harold Bloom vino en mi salvación.

Ojeando las "praises" (alabanzas), que abren todos y cada uno de los libros ingleses y americanos, había una frase del señor Bloom (que ha dedicado un volumen a la autora) que decía:

"The combined effect of the Story and the Novella is inmensely poignant and beautifully wrought" (El efecto combinado del relato y la novella es inmensamente conmovedor y bellamente forjado)

Ajá. Puede ser eso. Voy a por la novella. Entonces si.

El tema de ambos: el holocausto. Un tema repetido y repetido, nadie discute que con motivo. pero repetido. En realidad es fácil reconocer el eje central del libro, cual es su tema esencial: como puedes seguir viviendo en un mundo capaz de soportar actos de destrucción que salen de cualquier capacidad de descripción o imaginación.

¿Serás capaz de cambiar de manera tan extrema tus principios que aquello que creías imposible que pudiera existir pueda parecer tolerable?¿O nunca podrás volver a pensar de manera coherente?. Que os lo cuente Rosa, la protagonista:

"Mi sobrina Stella dice que en America los gatos tienen nueve vidas, pero nosotros - nosostros somos menos que los gatos, asi que tenemos tres. La vida de antes, la vida durante y la vida de después" Vio que Persky no la seguía, asi que dijo: "La vida de después es ahora, La vida de antes es nuestra vida real, en casa, donde nací".

"¿Y durante?"


"Eso fue Hitler".


"Pobre Lublin"


"Tu no estuviste alli."

Efectivamente, Rosa Lublin es una judía polaca. Sacada de Varsovia (del guetto) y llevada a un campo de exterminio (término que me parece bastante más apropiado que el de campo de concentración) con su bebé y una sobrina de 9 o 10 años.

La primera parte del libro, el relato, tiene lugar en el campo de concentración (y en el camino hacia el mismo). Solo diré que el chal es la prenda en que Rosa envuelve a Magda, el bebé ("Era un chal mágico, podía nutrir a un niño durante tres días y tres noches"). La segunda parte, la novella se desarrolla muchos años después del fin de la segunda guerra mundial, en Miami, donde Rosa se ha mudado después de haber vivido en Nueva York y seguir en eterna crisis por la incapacidad para superar el trauma. Y esta es la parte que si que me ha gustado del libro. Rosa ha ido a Miami porque un arrebato autodestructivo la ha llevado a destrozar la tienda de antigüedades que allí le daba de comer. Con ella van sus recuerdos de antes de la guerra ("Cualquiera que hable de Paris, no ha visto Varsovia") y sus pesares de durante y después. Como tantos supervivientes del holocausto, Rosa se siente un caparazón vacío y vive obsesionada por pequeños rituales, asediada por estudiosos que tratan de entrevistarla para hacer una reconstrucción histórico-filosófica de la masacre.

Y sobre todo vive en el pensamiento obsesivo acerca de ese chal, el chal protector donde envolvía a su bebé.

- "Si estás sola demasiado tiempo", dijo Persky "piensas demasiado".

- "Sin una vida" respondió Rosa, "una persona vive donde puede. Si todo lo que tiene son sus pensamientos, allí es donde vive".

- "¿Tu no tienes una vida?"


- "Unos ladrones se la llevaron".


Persky es un judío de su edad, también superviviente del holocausto al que conoce, atado a una esposa ingresada de por vida en un manicomio. Consigue caerle bien a Rosa, y, como si esto no pudiera ser permisible, Rosa, se impone el pensamiento de que él le ha robado una pieza de ropa interior en la lavandería. Porque tenerle aprecio supondría aceptar que puede existir una vida tras el holocausto. Mientras Rosa escribe cartas continuamente a su hija fallecida, e incluso imagina toda una vida para ella (profesora de filosofía griega en la Universidad de Columbia) que considera absolutamente cierta.

Si se deja uno llevar por su formación cinematográfica, podríamos pensar que el breve relato inicial recuerda un sueño. El típico sueño con el que comienzan muchas películas, cuya (casi) única función es introducirnos cual es el origen de la catástrofe vital a la que ha sido arrojada en la actualidad la protagonista.

Ozick recibió muchas criticas, especialmente por parte de la comunidad judía (la cual vista desde fuera parece bastante propensa a este tipo de críticas contra los propios escritores o intelectuales judíos), acusándola de hablar de algo que no había vivido ni de lejos, refugiada en la seguridad de los Estados Unidos durante la guerra. Hombre, tampoco parece nada justo impedir que alguien opine sobre un acontecimiento como este por no haberlo sufrido. Podrá ser más o menos acertado, o más o menos creíble, pero no parece motivo justificable para la crítica. De hecho resulta curioso que otra de las alabanzas que abre el libro (la primera) es de Elie Wiesel, que si que lo vivió y de primera mano, en el campo de Buchenwald:

"Leed este pequeño gran libro de Cynthia Ozick: contiene deslumbrantes y sorprendentes páginas, repletas de tristeza y verdad"

En realidad la crítica no tiene ni siquiera un fundamento real, porque Ozick no analiza como fue la vida en el campo de exterminio, sino como pudo ser la vida de algunos de los supervivientes que se fueron a América tras la SGM. Y por otra parte hay partes que pueden explicar algo del aborrecimiento que desató la obra de Ozick, por ejemplo como Rosa, la protagonista despotrica contra los sionistas que "obligaron" a los niños cuyos padres habían fallecido en la guerra a irse a Palestina. De hecho se muestra muy orgullosa de haber impedido que se llevaran a su sobrina allí, consiguiendo que fuera con ella a Estados Unidos, aunque ahora su relación con ella es, cuando menos, tensa. En alguna entrevista de las que se pueden oír en la red Ozick da otra pista: "no me acaba de gustar mucho la idea de presentar a los judíos como víctimas". Las novelas acerca del holocausto podrían desvirtuar la realidad de dicha monstruosidad. Eso habrá muchos que no se lo acaben de perdonar.

He de reconocer que finalmente me he reconciliado con el libro. Merece mucho la pena su lectura.


No me resisto a poner aqui el párrafo que más me ha gustado. Habla Ozick por boca de Rosa:

Que cosa más curiosa es sujetar un bolígrafo - nada más que un pequeño palo afilado, después de todo, rezumando sus charcos jeroglíficos: un bolígrafo que habla, milagrosamente, polaco. Un candado retirado de la lengua. De otra manera la lengua estaría encadenada a los dientes y al paladar. Una inmersión en el lenguaje viviente: de repemnte esta limpieza, esta capacidad, este poder de crear una historia, para contar, para explicar. !Para recuperar, para indultar¡.

Para mentir.

viernes, 17 de febrero de 2017

PAROLE NERE..."VESTIDOS DE NOCHE"

Vestidos de noche



Autor: Yukio Mishima

Editorial: Alianza Literaria






Sinopsis

 Cada conversación plasmada en la historia es un manual de cortesía, desenvoltura, utilización del tempo y del lenguaje.





Existen novelistas por los que tenemos una predilección especial. Las razones son tan diversas como particulares: el recuerdo del momento en que los leímos por primera vez, aquello que aprendimos u olvidamos gracias a sus libros o simplemente (aunque haya pocas cosas más difíciles) porque nos maravilló su forma de narrar, de expresar aquello que quizá todos pensamos pero sólo unos cuantos logran plasmar por escrito.

De entre los autores japoneses que en todas las épocas nos han deslumbrado con su particular modo de ejercer el arte de escribir, Yukio Mishima es, para el que firma esta crítica, El Escritor. Puede que por técnica, temática o impacto, otros sean considerados, acertadamente, más relevantes.

No lo discuto. Ni siquiera me importa. Baste con citar a otro coloso, Yasunari Kawabata: “No comprendo cómo me han dado el Premio Nobel existiendo Mishima. Un genio literario como el suyo lo produce la humanidad solo cada dos o tres siglos. Tiene un don casi milagroso para las palabras”.

Que un premio Nobel como Kawabata le dedique un elogio tan sincero, merece, al menos, una breve presentación. Yukio Mishima (Tokio, 1925 – 1970), seudónimo de Himitake Hiraoka, nació en Shinjuku en el seno de una familia burguesa. Apenas un año después de comenzar su trabajo como funcionario en el Ministerio de Finanzas, dimitió para dedicarse a una carrera literaria que despegaría definitivamente en 1949 con la publicación de “Confesiones de una máscara”. Le seguiría una prolífica producción, con numerosos éxitos y premios, como el Yomiuri, el Shincho o el Kishida Kunio en teatro. Personaje controvertido, azorado por la deriva moral y la occidentalización en la que se había sumido Japón, se suicidó, el mismo día que envió al editor su última novela (“La corrupción de un ángel”) y tras atrincherarse en una instalación militar, al grito de: “Larga vida al emperador”.
Queda claro que es en el terreno de la pasión donde nos sitúa Mishima. Precisamente por eso, y a pesar del claro consenso en lo que a su impronta en la literatura universal se refiere, raro es el caso de quien tras haberse iniciado en su océano literario se confiesa indiferente. Lo amas o lo odias, lo adoras o lo detestas. El término medio, donde según Aristóteles está la virtud, pocas veces se encuentra entre sus lectores como pocas prevaleció en su vida.


Un genio que inunda su prosa de lirismo, capaz de alcanzar la exuberancia desde la sobriedad y que desborda elegancia, delicadeza y precisión en cada frase, en cada palabra.

Esto depende, sospecho, de la “ruta” que hayamos decidido seguir para llegar a puerto. Porque el destino siempre es el mismo, la excelencia; pero la travesía puede resultar muy distinta. Algunos zarparán de un precioso muelle con el sol como bandera, navegarán por aguas mansas acompañados de delfines y avistarán tierra entonando alegres canciones (“El rumor del oleaje”, “El marino que perdió la gracia del mar”).


Otros, tendrán que alcanzar a remo su nave, luchar contra temibles tempestades y soportar como el frío cala hasta sus huesos y el salitre les quema los ojos mientras ven, a duras penas, como muchos prefieren rendirse y saltar por la borda (“El pabellón de oro” o, en menor medida, la tetralogía “El mar de la fertilidad”). 

Entre los viajes que podemos calificar de apacibles, aunque no por ello menos estimulantes, está
Vestidos de Noche. Publicada en 1967, y por lo tanto, una de sus últimas obras, narra el compromiso y posterior enlace de dos jóvenes de la alta sociedad japonesa. Es Ayako Inagaki, la prometida, el personaje a través del cual se nos irá revelando la trama, si bien será su futura suegra, la señora Takigawa, el epicentro de la novela y las inquietudes del autor. 
Porque Mishima va desgranando, una por una, todas las vergüenzas de la high society tokiota de la segunda mitad del siglo XX. Un grupúsculo de esnobs obsesionados con la comida, la vestimenta, los modales y todo lo que, casi sin distinción, sea -o suene- occidental. Gentes con unos antepasados que hicieron sus fortunas mediante métodos, como poco, discutibles; y dedicadas, casi en exclusiva, a organizar su calendario según las fiestas a las que asisten o tienen el placer de celebrar.

Pero no todo es sátira. Hay cabida para las dificultades que surgen a la hora de compaginar o amoldar las costumbres sociales y familiares del Japón a los nuevos usos traídos de ultramar; las particularidades que, a causa de tradiciones como el omiai (entrevista con fines matrimoniales concertada por un tercera persona), afectan al nacimiento del amor y la complicidad en la pareja; y los inconvenientes de juzgar las acciones de los demás con excesiva premura.
Como no podía ser de otra manera, cada conversación plasmada en la historia es un manual de cortesía, desenvoltura, utilización del tempo y del lenguaje. Mishima consigue que los silencios de los que siembra su obra estén cargados de significado y que la incesante tertulia de las fiestas de postín nos haga soñar con el seppuku. Pero si algo destaca en esta novela, es la falta de pudor con la que el autor nipón ataca a los que son blanco de sus mofas. Sin perjuicio de la refinada ironía que se oculta tras cada frase, Mishima parece disfrutar como nunca poniendo en boca de sus personajes anglicismos mediante los que parecer sofisticados, y que como era de esperar, los convierten en nada más que bufones.

Elijan el itinerario marcado por “
Vestidos de Noche” (Alianza, 2014) o no, quienes se aventuren a surcar las letras de Mishima y resistan, sabrán, incluso antes de finalizar el trayecto, que han sido guiados por un genio de la narración. Un genio que inunda su prosa de lirismo, capaz de alcanzar la exuberancia desde la sobriedad y que desborda elegancia, delicadeza y precisión en cada frase, en cada palabra.
La profundidad que nos transmite su mundo deja entrever una realidad más allá de la que cualquiera pueda vivir, más intensa, tal vez mejor. Podríamos mirar el mar durante toda nuestra vida y nunca lo sentiríamos como Mishima nos lo cuenta.

miércoles, 8 de febrero de 2017

PAROLE NERE..."PIEL DE LOBO"

Piel de lobo



Un viejo caballito de plástico blanco y azul espera a las dos hermanas cuando entran en casa del padre, un hombre solo que murió hace un año, dejando tras de sí pocos recuerdos y algunas manchas de café en el mantel. Sofía y Rita han venido al pueblo para recoger lo poco que queda de aquellos años en que eran niñas y pasaban los veranos allí, en el sur, cerca de la playa.

Rita, tan esbelta ella, tan hermosa, tan lista, parece dispuesta a despachar el asunto y volver a lo suyo, pero Sofía sabe que esa casa será el refugio donde ella y Leo, su niño de cinco años, van a instalarse para curar un desamor que la ha dejado sin fuerzas. Allí se quedan madre e hijo, paseando esa nueva vida por las calles donde se abren las primeras sombrillas, masticando arroz y fruta limpia, intentando imaginar un futuro que tenga sabor.

¿Y Rita? Rita se va pero vuelve porque hay recuerdos que queman y el rencor pide paso. Finalmente, encerradas en esa casa que parecía muerta, las dos hermanas nos van a contar una historia dura, algo que nadie quería saber, un secreto del que quizá sería mejor olvidarse, y que solo la buena literatura sabe rescatar para que ese dolor, esa rabia y la ternura que de repente asoma sean también nuestros.

                                La autora


 Lara Moreno nació en Sevilla en 1978 y creció en Huelva. Vive en Madrid, donde trabaja como editora e imparte talleres de escritura. Ha publicado los libros de relatos Casi todas las tijeras (Quórum, 2004) y Cuatro veces fuego (Tropo, 2008) y los poemarios La herida costumbre (Puerta del Mar, 2008) y Después de la apnea (Ediciones del 4 de Agosto, 2013). Otros cuentos están recogidos en numerosas antologías.
En 2013 Lumen publicó su primera novela, titulada Por si se va la luz, que tuvo un importante reconocimiento por parte de la crítica y de los lectores. En aquel entonces, FNAC la eligió entre los autores revelación del año.

Piel de lobo, su trabajo más reciente, es una espléndida muestra de la madurez narrativa de Lara Moreno, que ha dejado de ser una promesa para convertirse en una de las voces más destacadas de la narrativa castellana actual.

viernes, 3 de febrero de 2017

PAROLE NERE..."LA MUÑECA"


‘La muñeca’




 Autor: Ismaíl Kadaré

Crítica de la obra ‘La muñeca’
El recuerdo de una madre, tamizado por la literatura
La primera vez que oí hablar de Ismaíl Kadaré (Gjirokastér, Albania, 1936) fue en la presentación en Valencia de ‘El amante albanés’, novela con la que Susana Fortes se proclamó finalista del Premio Planeta en el año 2003. En aquel libro, la escritora gallega se permitía un pequeño guiño hacia este escritor, uno de sus autores favoritos. Ahora, trece años después cae en mis manos la nueva novela publicada por Kadaré en España: «La muñeca», editada por Alianza Literaria. Por su extensión, 128 páginas, probablemente resulte más adecuado clasificarla como «nouvelle» o novela corta, modelo narrativo que Cortázar definió como «un género a caballo entre el cuento y la novela».


La acción, como en otras obras anteriores de Kadaré, discurre en Gjirokaster, cuna del escritor, donde una joven de diecisiete años, «La muñeca», procedente de la familia de los Dobi, es casada al modo tradicional, es decir, sin solicitar su consentimiento, con un miembro del clan de los Kadaré, un linaje que conoció tiempos mejores. «La muñeca» deja la casa familiar para alojarse en el nuevo hogar, una mansión fría y austera, desmesurada, que incluso alberga un calabozo propio, donde su suegra impone la ley de la convivencia. De este matrimonio nacerá Ismaíl Kadaré, protagonista de la novela. 

En la casa, la relación entre ambas no resultará sencilla y «La muñeca» se verá obligada a representar un papel de mujer sin criterio, sencilla en exceso, simplona casi, que lo acepta todo tras un rostro tan pálido como la porcelana, de ahí su apodo. La tensión establecida generará situaciones conflictivas y pillará en medio al marido de «La muñeca», que se convertirá en juez de los litigios. Sus decisiones no discurrirán por derroteros esperados, ya que la abuela, su madre, no entenderá jamás que él, su hijo, la rebaje al mismo nivel que a su nuera.


Tras el fallecimiento en 1953 de la matriarca, termina lo que Kadaré, de modo irónico, denomina «periodo judicial» de la casa. Pronto surgirán nuevos problemas, ahora protagonizados por el hijo de la pareja, que trata de emanciparse. El nieto Kadaré empieza a tener éxito en la literatura. Publica en revistas, edita novelas y utiliza un vocabulario que «La muñeca» no entiende. El punto álgido de tensión se alcanza cuando decida contraer matrimonio con Helena, una compañera de clase, en contra del deseo de su madre, que, con el mismo estilo tradicional albanés que utilizaron con ella, tratará de casarlo con una cortesana. El golpe es fuerte y «La muñeca» irá desmoronándose paulatinamente: su mundo desaparece y su propio hijo la ignora.

Narrada en primera persona, la novela se centra en la figura de «La muñeca», la madre de Ismaíl Kadaré, con la que mantuvo una relación que nunca estuvo clara del todo para él. Lo explica en un pasaje cuando dice que «parecía una especie de dibujo o bosquejo del cual no se podía desprender» […] «incluso su blancura tenía la inescrutable rigidez de una máscara».


Kadaré es un joven que ha escrito libros, que los ha publicado, que ha marchado a Moscú para recibir formación antiburguesa como literato, un tipo díscolo, un ser arrogante, que romperá moldes tradicionales y que finalmente se exiliará a Francia, lugar donde su literatura ha alcanzado un éxito considerable.

Sin embargo, no es el único personaje potente de la obra. Precisamente diría yo que nos encontramos ante una nouvelle de personajes potentes, con caracteres muy perfilados. Además de la suegra y de «La muñeca», resulta muy importante la figura del padre, un tipo al que todos conocen en Gjirokastér como el gran Reformador, por la cantidad de obras, unas acabadas, otras no, que emprendió en la mansión familiar y que fueron la causa y origen de las estrecheces económicas que atravesó el clan familiar.

Cierra el cuadro de protagonistas la Casa, «construida exprofeso para cobijar el mayor tiempo posible la frialdad y los malentendidos», que condiciona el comportamiento de todos los miembros de la familia.


La abuela parece formar parte de su estructura, como si se tratase de un pilar o de una pared más, un día decidió no pisar nunca más a la calle y allí permaneció hasta su muerte; el padre, como ya se ha dicho, vivió obsesionado con sus reformas; «La muñeca» sintió un profundo desagrado por la mansión y no soportó jamás la amplitud de sus estancias; y el nieto llegará a pensar que no sabe cómo definirla y que alguna parte suya se le antoja irreal.

‘La muñeca’ es un relato evocador, escrito por alguien que abandonó su país hace muchos años. Para Ismaíl Kadaré, su escritura surge de modo natural, dejándose llevar, porque según ha manifestado en una reciente entrevista, «la literatura es, antes que nada, extraña». Y así de este modo, fluye ‘La muñeca’, salpicada de recuerdos reinventados y ordenados de manera más o menos cronológica. Y espontánea.