martes, 21 de marzo de 2017

PAROLE NERE..."GLORIA FUERTES"

CENTENARIO GLORIA FUERTES


Gloria Fuertes había nacido en una familia humilde y republicana de Lavapiés, su hermano pequeño y compañero de juegos murió en un bombardeo y su madre solía castigarla si la descubría leyendo o escribiendo. La marginalidad y el dolor formaban parte de su piel, pero ella, luminosa siempre, decidió sonreírle a la vida. En su libro, Jorge de Cascante recupera una anécdota que resume perfectamente la genialidad y temprana sabiduría de la escritora: como en el colegio le ponían ceros como una casa, ella, harta de sus malas notas, decidió invertir el sentido de la peor nota para convertirla en la mejor. Y así empezó a puntuarse a sí misma en sus cuadernos, diarios, dibujos y poemillas con una tabla de medir que iba del cero (muy bien) a los tres ceros (excelente). Contenta, se paseaba por la España de la posguerra en bicicleta, pantalón y corbata fascinando con su descaro a sus compañeros de las grutas del postismo, movimiento literario que promovía el “culto al disparate”.


 Francisco Nieva, postista también, la definió así: “Era una mujer nueva, que se enfrentaba con ternura a los hombres, tan brutos ellos, no era una maestrita repipi, era un compañero perteneciente a un tercer sexo divino que rompía con todo en aquella España de hierros y caspa, y el resto la mirábamos fascinados ante su aspecto y sus palabras, Rimbaud y Jarry habitaban en Gloria”. Lesbiana, la muerte en 1971 de su gran amor y compañera durante 20 años, la hispanista norteamericana Phyllis Burrows Turnbull, la sumió en una honda depresión de la que salió como pudo, es decir, a golpe de fiestas, farándula y bastante alcohol. Una mujer vital, que según contó Vicente Molina Foix, le describió así su adiós al infierno: “Fui al metro decidida a matarme, pero al ir a sacar el billete ligué, y en vez de tirarme al tren me tiré a la taquillera”.
Jorge de Cascante recuerda que el día en que le propusieron armar su libro lo primero que hizo fue ver varios cortes de telediarios del día en que murió la poeta, “y en todos se referían a ella como ‘una niña grande”. Luis Antonio de Villena se suma al reproche a ese manido lugar común. “Cuando falleció Gloria la televisión estatal, que tanto la había querido, espetó muy seria esta vulgaridad: ‘Ha muerto la autora de Un globo, dos globos, tres globos’. Para mí aquello fue llamativo.
La noticia salía al principio, en el sumario, con las noticias importantes del día, pero la degradaba. Alguien con su obra no podía quedar reducida a eso. El sambenito de la poeta infantil le hizo mucho daño.




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