jueves, 2 de octubre de 2014

PAROLE NERE..."DEMONIOS FAMILIARES"

Demonios familiares, libro póstumo de Ana Mará Matuta...


"En Demonios familiares, la autora de Olvidado rey Gudú vuelve o cierra el círculo de Paraíso inhabitado, en una historia con el trasfondo de la Guerra Civil, en julio del 36, en una pequeña ciudad del centro de España, donde la protagonista, Eva, vuelve a su casa tras la quema del convento donde estaba de novicia.
Una casa con muchos personajes simbólicos y donde priman los secretos, los rencores, los silencios y las emociones reprimidas, y donde, a pesar de la soledad y las dificultades, estalla el amor.
¿Una novela de corte realista? se pregunta Pere Gimferrer en el prólogo del libro, donde también se contesta: todo ello es real, pero no necesariamente realista; verdadero muy hondamente, pero no necesariamente verídico o veraz como una crónica.... «Todo ello en ella es muy de verdad, pero esta verdad se encuentra en ella misma», escribe Gimferrer.
En este sentido, la escritora Almudena Grandes, gran admiradora y amiga de Matute, a quien calificó como una de las mejores autoras en lengua española del siglo XX, «mejor decir uno de los mejores escritores del siglo XX», ha exclamado que «ojalá esta novela sirva para volver a títulos» como Los hijos muertos, libro que considera «la mejor novela del siglo XX».
Grandes, que ha destacado «la honradez y la coherencia» en la escritura de Matute, «y hasta en su piel», ha explicado que con Demonios familiares, el lector puede terminar a su gusto la historia de la protagonista, Eva.
Ortuño ha revelado que la novela estuvo a punto de llamarse Vértigo, por los vértigos que atenazaban a la escritora en los últimos meses de su vida, para recordar el sentido del humor que tuvo la autora de Los Abel hasta el final de su vida.
La ayudante de Matute ha recordado cómo se fue gestando la obra, cómo la autora trabajó hasta el final de su vida, lo perfeccionista que era y como corrigió todo hasta el último momento.
«El arte de la fuga, una de las mejores obras de J.S. Bach, está inacabada. Los músicos cuando la interpretan dejan de tocar en la última nota que compuso, nadie le ha añadido nada, y no hace falta, la última palabra que Matue escribió fue «Mada», Tal vez no quisiera o no pudiera escribir más..», concluye Ortuño en el epílogo del libro."

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